Francisco Igea

Los medicamentos genéricos representan en gran medida una las principales convicciones de nuestro partido: la libre competencia que, llevada al terreno de los fármacos, ha permitido bajar los precios y así hacer más sostenible la sanidad pública. Ya casi hemos terminado con los viejos resabios y reticencias que cuestionaban su eficacia y seguridad y solo queda seguir hacia una mayor implantación para alcanzar un nivel europeo.

Así las cosas, el genérico goza de todo nuestro apoyo, a pesar de lo cual creemos que se pueden tomar medidas para mejorar el acceso a los tratamientos en condiciones que garanticen la sostenibilidad del sistema y la transparencia en la gestión. Abogamos, por un lado, por cambiar la actual gestión política por otra profesionalizada, con rendición de cuentas, con indicadores transparentes que permitan ver cómo funcionan todos y cada uno de los servicios sanitarios y hospitalarios. Con una evaluación clara y transparente de cuánto de nuevos y de buenos son los medicamentos innovadores para garantizar que lo son realmente y que estos llegan a todos los pacientes que los necesitan. En casos como el de la hepatitis C, en el que existe un medicamento cuya eficacia está probada, hay que garantizar no solo el acceso de los pacientes al tratamiento sino también la debida competencia. La industria farmacéutica es un garante de la innovación, y creemos en la libertad de industria y de comercio, pero también creemos que el sistema de fijación de precios puede y debe ser mejor y más transparente. Como también debe serlo la adquisición de medicamentos a nivel hospitalario, tanto en España como en Europa.

Sin embargo, medidas como modificar la ley de patentes hasta llegar a eliminar la protección de la innovación es algo que no podemos plantear sin arriesgarnos a acabar con la innovación. La industria tiene derecho a recuperar la inversión en investigación y sí creemos que se puede alcanzar un equilibrio razonable entre ambos intereses. Con suficiente consenso, podríamos plantear una modificación en la legislación siempre que la industria farmacéutica de la innovación, que es una de las que mayores márgenes de beneficio tiene, estuviera dispuesta a contribuir a la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.

Pero sin duda, para esa sostenibilidad lo más importante es crear empleo, porque sin cotizantes no se podrá mantener ni el sistema sanitario, ni las pensiones ni prácticamente ningún elemento del estado de bienestar. Por un lado, debemos cambiar el modelo económico para basarlo en más valor añadido y no apoyarlo solo en la mano de obra barata, el ladrillo y servir cañas. El país tiene que cambiar.

Por otro lado, dentro del propio sistema sanitario, hay que frenar la desinversión que se ha producido en estos años de crisis y volver a la cantidad que teníamos asignada por habitante y año antes de la crisis, para lo cual es imprescindible modificar el actual modelo de financiación autonómica.

Sabemos que la mayoría de los genéricos que consumimos en España se fabrican aquí, lo que nos muestra el vigor de una industria plenamente asentada, pero no somos partidarios de medidas que subvencionen o premien al genérico fabricado en España solo por el hecho de que esté fabricado aquí. No somos proteccionistas. Somos un partido liberal y para nosotros la libre competencia es importante. Dicho esto, hay que procurar que esa libre competencia sea en igualdad de condiciones: en condiciones de trabajo, de controles de calidad, etc. Lo importante es que la competencia sea de igual a igual para que la industria sea competitiva y que compita limpiamente. Lo que se juega Europa y el mundo en estos próximos años es la batalla entre proteccionistas y partidarios de un mundo abierto.

No quiero despedirme sin felicitar a todos los que han hecho posible el éxito de los genéricos en nuestro país. Todos los que de un modo u otro hemos estado implicados en la sostenibilidad del sistema, políticos de uno y otro signo, todos han tenido el mismo compromiso con los genéricos, haciendo de la necesidad virtud e incorporando el genérico hasta la absoluta normalidad de hoy. 

También hay que recordar el papel de los farmacéuticos, de las oficinas de farmacia, que hoy hacen frente al reto de su propia supervivencia. Quizá es el momento de decidir si sería conveniente reconocer los servicios que prestan los profesionales farmacéuticos introduciendo cambios que permitieran valorar su contribución a la salud de los pacientes (por ejemplo, en la adherencia al tratamiento) mediante parámetros mensurables y objetivos. Sería igualmente interesante una mayor implicación en la formación de médicos y farmacéuticos de forma que no fuera solo la industria la que lidera esa formación continua.

El sistema tiene que empezar a mimar a sus profesionales para que se vinculen con él, con su sostenibilidad. Trabajan mucho y muy duro, con salarios por debajo de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y deben verse reconocidos y premiados para que sigan siendo esa pieza decisiva en el futuro de nuestro sistema público de salud.

Visión 360º del genérico

 

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