REVISTA EN GENÉRICO NÚMERO 40
a admiración de Patricia Highsmith por Caravaggio se refleja en su más célebre personaje, Tom Ripley , protagonista de cinco novelas de la escritora estadounidense. Ambos comparten la dualidad del encanto superficial y la violencia latente; un claroscuro que combina el atractivo efímero de la luz y la oscuridad preñada de terribles acciones; la ambigüedad moral de los límites del bien y del mal; y una fascinación común por lo prohibido. Es lo que encontramos en la miniserie del guionista y director Steven Zaillian ( La lista de Schindler o The Night Of ), que posiblemente hace de la de Netflix la mejor adaptación de la novela El talento de Mr. Ripley , que ya fue llevada a la gran pantalla por René Clément (A pleno sol, 1960) y por Anthony Minghella ( El talento de Mr. Ripley , 1999). Ocho episodios de un thriller psicológico de una belleza estética poco frecuente en las producciones estándar de la plataforma de la N, que es el mejor envoltorio de una trama lenta que puede resultar desesperante para los devoradores de series fastfood . Empecemos la historia como lo haría Sophia Petrillo ( Estelle Getty ) en Las chicas de Oro : Nueva York, 1960. Tom Ripley ( Andrew Scott ), un estafador de poca monta que malvive en un cuchitril infame de la Gran Manzana falsificando cheques y haciéndose pasar por cobrador. Herbert Greenleaf ( Kenneth Lonergarn ), un empresario naviero que necesita que su hijo regrese a casa para hacerse cargo del negocio familiar. Richard ‘Dickie’ Greenleaf ( Johnny Flynn ), el hijo, pintor aspiracional mediocre tirando a malo que vive en Atrani dedicado al dolce far niente . Marge Sherwood ( Dakota Fannin ), la novia de ‘Dickie’, con similar talento que su chico en versión escritora y con el mismo gusto por el ozio felice . Seguimos con la trama. A Ripley se le abren las puertas del cielo cuando los Greenleaf, creyendo erróneamente que es amigo de su hijo, le contratan para que viaje a Italia (con sueldo y a todo trapo), convenza a ‘Dickie’ para que olvide su disoluta dolce vita de fideicomisario y crucen de vuelta el charco. Lo que viene a ser poner al lobo a cuidar de las ovejas. ¿Qué podría salir mal? En Atrani, con la máscara de una vida falsaria, Ripley entabla una turbia y ambigua amistad con ‘Dickie’, que cada día se estrecha más a pesar de la desconfianza y tensión que hacia él muestra Marge o de los recelos de su némesis, el jovial, despreocupado y superficial Freddie Miles ( Eliot Sumner ), uno de los amigos del savoir vivre de la pareja. Ripley, como el muérdago o el Julien Sorel del Rojo y negro de Stendhal , primero parasita y luego usurpa la vida despreocupada que, entre estrechas callejuelas y escalones que confluyen en el Mediterráneo amalfitano, disfruta su ‘hospedador’. A partir de ahí... Aspiraciones, imposturas, resentimientos, envidia, violencia, robo, asesinato... Unos acontecimientos de cuya investigación se ocupa un inspector mandado desde Roma: Pietro Ravini ( Maurizio Lombardi ). Difícil, porque Tom Ripley no es nadie y por eso puede ser cualquiera. El Ripley de Scott refleja la complejidad del personaje creado por Highsmith: un tipo con una ambigüedad moral que le hace ser a la vez repulsivo y atrayente; un camaleón que asume diferentes identidades y roles para salirse siempre con la suya; un psicópata funcional que no se siente culpable de sus acciones; un personaje ambicioso que, a pesar de alcanzar un cierto estatus económico y social, siente un vacío causado por la ausencia de un verdadero propósito detrás de sus acciones. Si algo le otorga un empaque especial y singular a esta versión de Zaillian es la apuesta estética por una fotografía en blanco y negro que tiene como culpable a Robert Elswitt ( Pozos de Ambición ). Iluminación, encuadres inclinados, planos fijos muy largos y panorámicas espectaculares que remiten a clásicos del noir . Por cierto, el responsable de la banda sonora que encaja a la perfección con la estética fotográfica es Jeff Russo ( Fargo ), que saca a pasear como tarjeta de visita el The Great Pretender de Roy Orbison . Casi nada. LA SERIE Tom Ripley: ególatra, manipulador, narcisista calculador y psicópata JUAN NIETO Director de Comunicación FEDIFAR EL RIPLEY DE SCOTT REFLEJA FIELMENTE LA COMPLEJIDAD DEL PERSONAJE CREADO POR HIGHSMITH: UN TIPO CON UNA AMBIGÜEDAD MORAL QUE LE HACE SER A LA VEZ REPULSIVO Y ATRAYENTE; UN CAMALEÓN QUE ASUME DIFERENTES IDENTIDADES Y ROLES PARA SALIRSE SIEMPRE CON LA SUYA L ocio www.aeseg.es | 39
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MzA4NDQ=