REVISTA EN GENÉRICO NÚMERO 38
inturas, tapices, esculturas, fotografías, muebles, carruajes, porcelanas, libros, bordados, abanicos… Seiscientas cincuenta obras de arte de incalculable valor son las que hoy deslumbran al visitante en la recientemente abierta al público Galería de las Colecciones Reales . Son tan sólo una pequeña y cuidadosamente seleccionada parte de las más de 170.000 piezas que integran las Colecciones Reales, un tesoro fabuloso y único en el mundo, que gestiona Patrimonio Nacional para preservar el legado de bienes históricos más importante entre las cortes europeas. Situado junto al Palacio Real de Ma- drid , bajo el mirador que asoma sobre el Campo del Moro y la Casa de Campo , este impresionante museo tiene sus raíces en la II República, cuando se pensó en crear un espacio que mostrara el patrimonio de la Corona. Sin embargo, la idea quedó estancada hasta que en 1998 fue aprobada y se iniciaron las obras. Y sí, han pasado ya 25 años desde aquel decreto, pero es que en las primeras excavaciones arqueológi- cas se descubrieron restos de la fortaleza musulmana que, a finales del siglo IX, es- tableció el Emirato Omeya de Al-Ándalus , y que son el origen de la capital, por lo que era necesario que el nuevo edificio preser- vara —y mostrara— también este hallazgo. Se convocó un concurso internacional que ganaron los arquitectos Tuñón y Mansilla con un proyecto hoy multipremiado que integra 40.475 metros cuadrados de edificación en el paisaje natural-artificial de la cornisa poniente de Madrid, de los que ocho mil metros cuadrados están abiertos al público. La visita por las colecciones reales, de Isabel I a Felipe VI, comienza en la primera sala dedicada a los Austrias. Aquí se pueden contemplar dos de las piezas más antiguas: la corona votiva y la cruz del Tesoro de Guarrazar. También cuadros de Velázquez, Caravaggio, Rubens, Patinir y Tiziano; las monumentales columnas del desaparecido Hospital Virgen de Montserrat; la imponente Carroza Negra o los múltiples valiosos tapices y armaduras, así como un singular espacio dedicado a textiles de los patronatos femeninos, monasterios de monjas que, desde la Edad Media, fundaron mujeres de la Familia Real en los que se desarrolló un mecenazgo artístico. Dos majestuosos retratos de Felipe V e Isabel Farnesio firmados por Louis-Michel van Loo reciben al visitante en la sala dedicada a los Borbones. Se puede apreciar el cambio de los gustos decorativos a través del mobiliario, el ajuar, joyas como la Corona de la Virgen de Atocha o el delicado gabinete musical, además de contemplar pinturas destacadas de Mengs, Goya o Paret. La galería reserva una planta para exposiciones temporales que arranca, nunca mejor dicho, con una muestra dedicada a vehículos y carruajes. Hay piezas únicas por su belleza y su tecnología avanzada para la época, como la Berlina Dorada, de mediados del XVIII o el Landó de Bronces, de 1829. También encontramos curiosos vehículos como el carruaje infantil de Isabel II, dos trineos profusamente decorados o un todoterreno Mercedes-Benz de 1939 y el clásico Grosser Mercedes, de 1942. Completa el recorrido “El Cubo” un espacio de proyección inmersiva que nos sumerge en los Reales Sitios. Un viaje que nos lleva del Palacio de El Escorial o El Pardo, pasando por el Monasterio de San Jerónimo de Yuste, los Reales Alcázares de Sevilla, hasta Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos o la Granja de San Ildefonso. La Galería de las Colecciones Reales bien merece una visita o varias, porque una de cada tres piezas rotará periodicamente por motivos de conservación o para dar cabida a otras maravillas atesoradas a lo largo de los siglos. Regálense este paseo por un inmenso patrimonio del que estar más que orgullosos. MARÍA CEREIJO Periodista en Twitter: @capitulosiete Cinco siglos de majestuoso coleccionismo LA VISITA P www.aeseg.es | 31
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