REVISTA EN GENÉRICO NÚMERO 37

llá por el siglo VIII a.C., los fenicios, unos tipos muy listos y emprendedores, escogieron un punto soleado y fértil bañado por el mar Mediterráneo, con yacimientos de plata y cobre, y lo llamaron Malaka . Los romanos, que también eran muy listos y emprendedores, le dieron estatuto de municipio federado y, durante su dominio, lo que hoy conocemos como Málaga experimentó un enorme desarrollo, como atestiguan la enorme colección de vestigios que se conservan, incluido el teatro romano. Con la conquista árabe, se convirtió en una ciudad aún más floreciente, dedicada al comercio y la artesanía. De esta época hoy podemos pasear por la alcazaba y el castillo de Gibralfaro que, desde su atalaya, ofrece unas privilegiadas vistas. Ya en la Edad Moderna, tras la Reconquista, se inició la construcción de la catedral, bellísima pero inconclusa puesto que problemas de presupuesto la dejaron solo con una torre lo que le ha valido el apodo de “La Manquita”, sutileza y humor en el sur no faltan. Durante el siglo XVII, sufrió epidemias, terremotos y malas cosechas pero, a partir del XVIII, volvió a recuperar su esplendor gracias al comercio de pasas y vinos dulces, que eran apreciados en toda Europa , y a sus cerámicas, lo que hizo surgir una clase burguesa que sentaría las bases del despegue industrial y económico posterior. El entorno urbano se engalana, se crea el paseo de la Alameda que une el centro con el puerto, un agradable jardín de innumerables variedades botánicas que además sirve de lugar de encuentro, las viviendas palaciegas proliferan… Se construyen el imponente edificio de la Aduana, hoy convertido en museo, el palacio episcopal o el acueducto de San Telmo, una magna obra de ingeniería hidráulica, impecablemente restaurado. Málaga estrena el siglo XIX a la vanguardia de España con empresas como La Constancia (altos hornos) o Industria Malagueña (textil) y con el trazado de la elegante calle Larios (sí, el marqués que dio nombre a la ginebra), eje de la ciudad hoy peatonalizada, con sus características esquinas curvas obra del arquitecto Eduardo Strachan , inspiradas en la Escuela de Chicago. El convulso siglo XX deja huellas trágicas en su memoria, pero también un crecimiento de población enorme, especialmente con el boom turístico de los años 60, y un artista inconmensurable que llevará la luz de su tierra hasta los confines del mundo: Picasso . Aquí se encuentran su museo y la casa natal , imprescindibles para entender el arte contemporáneo y la aportación de este genio. A estos dos espacios artísticos se han sumado recientemente el Museo Carmen Thyssen y el Centro Pompidou, la primera sede de la prestigiosa institución francesa fuera de sus fronteras. Todos estos enclaves que siglos de historia han ido conformando esta ciudad bañada por un manso Mediterráneo hoy sorprenden al visitante que busca arte y cultura pero también a aquel que ansía disfrutar al aire libre de sus paseos con olor a jazmín, ese mar azul y ese clima cálido y suave que es la envidia de cualquier foráneo. Eso sin olvidar la deliciosa gastronomía, desde sus espetos playeros a las frituras, pasando por las chacinas y cómo no, sus vinos generosos que endulzan la vida. Málaga es bella y acogedora, no dejen de visitarla. MARÍA CEREIJO Periodista en Twitter: @capitulosiete Málaga: luz mediterránea, arte y algarabía LA VISITA A www.aeseg.es | 35

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