REVISTA EN GENÉRICO NÚMERO 35
ntre las provincias de Orense y Lugo, bendecido por las aguas del río Sil, se encuentra uno de los parajes más recónditos, singulares y bellos de Galicia : la Ribeira Sacra. Un área tan fértil como escarpada, cincelada en roca por el paso de los siglos que brinda al visitante unas fabulosas vistas y un refugio para el alma. Reserva de la Biosfera, da cobijo a numerosas especies animales y vegetales, así como a unas excelentes uvas que han logrado una Denominación de Origen Protegida por derecho propio desde 1996. Los amantes de la naturaleza aquí en- contrarán impresionantes enclaves como el Cañón del Sil, una profunda y sinuosa garganta que en algunos puntos llega a alcanzar los 500 metros de altura sobre el río. En estas escarpadas laderas se cultiva la uva en lo que, con gran razón, se ha dado en llamar vendimia heroica por el alto riesgo al que se exponen los agricultores, con desniveles del 70 por ciento. A las viñas se accede únicamente desde el río, en una tradición que proviene de cuando los roma- nos ya habitaban estas tierras, aunque no fue hasta la Edad Media en que la viticultura se desarrolló en la zona, impulsada por los monjes y los monasterios que a lo largo de estas fértiles laderas se fueron constru- yendo. Existen diversas rutas que adentran al cami- nante en el corazón de estos bosques, en las que a cada paso sorprenden los sonidos de sus pequeños habitantes, del agua… Descubriremos antiguas bodegas, molinos e iglesias y podremos contemplar a vista de pájaro la inmensidad del paraje desde miradores como los Balcones de Madrid, el Mirador da Capela o el del Monte de O Ou- teiro que nos brinda una panorámica 360º sobre la Ribeira Sacra. Más hedonista es la ruta del vino que entre bodegas y viñedos nos invita a paladear siglos de historia y buen hacer concentrados en una copa. Fue en 1124 cuando la reina Teresa de Portugal empleó por primera vez la denominación Rivoyra Sacrata en el documento fundacional del Monasterio de Montederramo, aludiendo a la gran presencia de monasterios y ermitas que desde el siglo V comenzaron a poblar los valles de los ríos Sil y Miño. Y es que aquí se encuentra la mayor concentración de románico rural de Europa. Fueron muchas las comunidades monásticas que se ins- talaron buscando un paraje favorecedor de la vida ascética y eremítica, cons- truyendo un ingente patrimonio que ha llegado a nuestros días, como la iglesia de San Paio de Diomondi, la de Santo Estevo de Atán, declarada Monumento Nacional, el monasterio de San Pedro de Rocas, el más antiguo de Galicia, el de San Salvador de Ferreira de Pantón, cono- cido como de las Bernardas, el único que permanece habitado y donde se elaboran unos deliciosos dulces monacales o la joya del románico de Ribeira Sacra, Santa Cristina de Ribas de Sil o los imponentes conjuntos monumentales hoy convertidos en Paradores Nacionales de San Vicente do Pino o el de Santo Estevo. Espiritualidad, historia y naturaleza se funden de un modo mágico en estas tierras. No dejen de visitarlas. MARÍA CEREIJO Periodista en Twitter: @capitulosiete Colores y sabores con historia en la Ribeira Sacra LA VISITA E www.aeseg.es | 31
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